Cuando fui aceptada en el primer Mosaico Internacional de Dickinson la emoción fue muy grande porque significaba que iba a poder ir a Argentina. Aunque no sabía cómo iba a ser la experiencia, esas dos semanas que estuve en Comodoro me ayudaron a definir muchas cosas de mi vida que no tenía muy claras al llegar allí. Primero, que siempre quiero estar en contacto con los países de Latinoamérica, su cultura y su historia. Cuando me gradue de Dickinson el año que viene quiero conseguir un trabajo que esté relacionado a Latinoamérica.
Esta experiencia no hubiera sido la misma sin el gran apoyo y trabajo de los profesores que nos acompañaron en el viaje. También tuve mucha suerte de poderme hospedar con la familia Ivanoff que me acogió como si fuera su hija y me hizo sentir muy a gusto y querida mientras estuve allí -y estando acá también. Esta maravillosa experiencia la llevaré muy cerca del corazón hoy y siempre.
- Yo y mis papás. Escogí esta foto porque quiero que todo el mundo vea y conozca a mis papás argentinos. Gracias a ellos mi estadía allá fue maravillosa porque no fui una invitada mientras estuve allá; de verdad que me adpotaron como su hija y hasta el día de hoy me siguen llamando nuestra hija.
- No sólo fue mi familia la que hizo esta experiencia maravillosa sino todos los comodorenses que estuvieron involucrados en el programa y que estuvieron con nosotros desde el primer día que llegamos. Aquí estamos en un asado en la Asociación Búlgara.
- Si no hubiera habido una buena química entre nosotros, los estudiantes, este viaje no hubiera sido tan exitoso como lo fue. Esta foto tomada en el cerro demuestra la buena química que hay entre nosotros y también a lo lejos podemos ver la ciudad.
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